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martes, 6 de agosto de 2013

Como en casa

Que es, precisamente, como quisiera sentirme y no me siento.
Por que al final el padre dijo que nos merecíamos unos días de cambio de aires, así que escribo desde un pueblito de Asturias, vamos a estar aquí hasta el domingo. La idea era buenísima, unos días aquí al fresquito, en una casita que casualmente era la única que estaba libre en toda la zona…claro. Es el lugar más húmedo, oscuro y tétrico en el que haya estado jamás.  Nada que ver con lo que me dijeron por teléfono, nada que ver.
Mira que lo intenté, pero es que era imposible: en medio de la nada, el súper más cercano a 20 kilómetros, hay que meter y sacar al niño del coche lo menos ocho veces al día para cualquier cosa: comprar el pan, bajar a la playa, ir a un pueblo bonito. Y encima, lo que digo, la casa parece la del Conde Drácula. 
Total, que llegamos ayer por la mañana y por la tarde decidí que esto no podía ser, el niño está a disgusto, tenemos que estar fuera de la casa casi todo el día porque aquí huele a húmedo que echa pa´tras, y lo más importante, es que no es ni parecido a lo que me dijeron. Fui a ver a la casera para decirle que nos marchábamos, que esto no está en condiciones para un bebé y que los de la agencia me han engañado y que nos vamos. Que se cobre el día y las molestias, pero que esto es una estafa.
Bueno, pues nos han secuestrado el dni y pretende que le paguemos toda la semana porque sí. No le vale que le diga que me han engañado, que no hay quien respire en este puto lugar, que no tiene nada que ver con lo que vendían…nada. No me devuelven el dni hasta que no les dé todo el dinero.
Primero lloré porque me sentí encerrada. Ahora me río porque no me queda otra. Nos quedamos, claro, es un dineral. Le he dicho de todo, hasta buitre carroñero. Hemos conseguido que nos traiga ambientadores y un deshumidificador que no sé cómo, lo cierto es que se lleva el olor apestoso este de mierda.
En fin, la imagen que me tiene descolocada es la de M. Resulta que ayer mientras yo montaba el pollo y reclamaba justicia para con mi dignidad y mi dinero, y como fueron varias las visitas que tuve que hacer a la casera y a la señora de la agencia, le atendíamos a él: baño, cena, masaje y dormir. Lo que me chocaba era que aunque él nos veía alterados, a mí llorando o gritando o muerta de risa -todo valía en esos momentos según lo que me dijera la vieja urraca- se  iba comportando como en nuestra casa de Madrid, se dejó bañar, jugó…. En fin, al final se quedó dormido y le eché sobre un pañuelo grande que siempre llevo en el coche, encima del sofá de mierda de esta casa de mierda.
Se quedó tan pancho, no dudó ni un solo momento de que no fuera a estar bien.
Él sí se sentía como en casa.
Pensé en la confianza que tienen estos enanos, en lo seguros que se sienten con los padres, con quien les cuida…para que hasta en terreno hostil, si están contigo, sean capaces de dormirse profundamente, con el pijama de siempre, la crema de siempre, el olor del pañuelo de siempre.
Da igual dónde esté, cómo de feo sea el lugar dónde esté: M. se siente en casa donde estemos nosotros.
Por la noche y a punto de irnos a dormir, nos mirábamos el padre y yo entre armarios de tres puertas con espejo, lámparas de mármol verde, cabeceros de metal casi hasta el techo…y mirábamos a M., en medio de la cama con la babilla colgando de lo profundo que dormía. Ah, quién fuera niño para delegar con tanta calma en el buen hacer de los mayores.
Y ahora nos vamos de nuevo a la puta calle hasta la hora de dormir. Eso sí, ya que tenemos que estar en Transilvania, me he hecho un itinerario diferente para cada día que quita el hipo, hay cada pueblito por aquí… :)

1 comentario:

  1. Pues vaya chasco con la casa... con razón estaba disponible. Lo que no es justo es que os obliguen a quedaros sí o sí. Menos mal que os dejaron un deshumificador para aligerar un poco el aire.

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