La primera fiestorra así gorda desde que M. está por aquí.
Se casa una prima mía así que es de esas bodas molonas en las que todo el mundo es cercano y te partes la caja te sienten donde te sienten. Yo tengo que reconocer que no soy nada tradicional para estas cosas y que una boda así en plan banquete, tarta, vals…no sé, no me acaba de convencer. Además de la pasta que supone, que esa es otra. Pero bueno, es con toda la familia y no podíamos no ir, así que hemos hecho un esfuercillo para reunir dinero para el regalo y esta tarde…¡de juerga se ha dicho!
Mi vestido es el adecuado para sacarme la tetilla cuando toque, y de tacones nada: M. ya solo quiere dar pasitos agarrado de las manos de los mayores y solo de imaginarme andando sobre tacones con el culo en pompa..jaja menudo espectáculo, quita quita.
Así que hoy tenemos una nueva aventura que disfrutar, ya que yo era de esas que en estas tesituras nada más salir del coche ya estaba copilla en mano dando vueltas como una peonza entre los grupillos parloteando y cotilleando como la que más, que si mira el traje de Fulanita, que si vaya con el primo Menganito la novia que se ha echao, que si este canapé está que si mueres, etc. Y hoy, el rey de mi atención va a ser este pimpollo terremoto, que ya me sé yo que va a ser, tras la novia, el rey del mambo: ya le veo bailando de brazo en brazo, dando pasitos con todo quisqui, amenizando la fiesta siguiendo el ritmo de la música con una cuchara y un plato.
Claro que en cuanto se duerma y le deje en el carrito custodiado por la abuela y por Morfeo, invoco a mi espíritu sigo siendo la misma y a mí no hay quien me saque de la pista de baile 
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